Nota de contenido:
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LA CORONA -- Argumentación doctrinal (2-6) -- a) La razón y la Escritura -- La observancia de no llevar la corona en la cabeza ante la razón y ante la Escritura -- b) La costumbre -- c) La Naturaleza -- Argumentación histórica desde la disciplina cristiana (7-10) -- a) Coronas ligadas a la idolatría por razón de su origen (7, 3-9, 4) -- b) Coronas ligadas a la idolatría por razón del uso que de ellas hacen los paganos (10, 1-8) -- La milicia y su corona (11-12) -- Las coronas civiles (13) -- Peroración: Ninguna corona en el hombre y la mujer, pero una doble corona en Cristo (14) -- Epílogo (15) -- A ESCÁPULA -- Los cristianos, pensando sólo en las promesas de Dios, afrontan la persecución sin temor a los padecimientos, sin ningún apego a la vida y desde el amor a los enemigos -- El Dios de los cristianos; derecho natural a dar culto al dios en quien se cree; las acusaciones de sacrilegio y de lesa-majestad lanzadas contra los cristianos; su concepto del emperador y sus oraciones por él; su acción sobre los demonios y su conducta intachable -- No Quedará impune ningún derramamiento de nuestra sangre; se señalan como presagios de la inminente ira de Dios algunos calamidades naturales y algunos fenómenos extraños ocurridos recientemente; se aducen, por fin, los finales desastrosas de algunos gobernadores perseguidores de los cristianos -- Se exhorta al gobernador Escápula a tener sentimientos de humanidad con los cristianos, lo mismo que los tuvieron algunos gobernadores; son denunciadas ciertas anomalías cometidas en los juicios a los cristianos; se recuerdan los favores obrados a veces por ellos, lo mismo que su vida intachable -- Como en Cartago los cristianos son muy numerosos y de todas las categorías, le previene sobre la mortandad que tendrá que perpetrar si decide perseguirlos; pero también le advierte sobre el misterio de esta secta: cuanto más parece que se la destruye tanto más ella se construye -- LA FUGA EN LA PERSECUCIÓN -- Planteamiento de la cuestión que da pie al diálogo; el papel de Dios en la persecución -- El diablo y la iniquidad en la persecución; la iniquidad como adversaria de la justicia; el poder del diablo tentador sobre los siervos de Dios -- Es Dios quien permite u ordena las persecuciones para probar nuestra fe -- La persecución, por suceder a causa de Dios, es buena en su naturaleza, luego no hay que huir de ella -- La huida en la persecución, tanto si se piensa que depende de nosotros como que depende de Dios, es siempre una negación -- La orden de huir de ciudad en ciudad en la persecución estaba destinada únicamente a los Apóstoles, a su tiempo y a sus causas -- La orden de huir relacionada con otras tres órdenes de Señor o entendida como un refugio ofrecido por él a los débiles -- Cristo contra el uso de la fuerza, su oración en el huerto de Getsemaní, que en algo resulta incompatible con la huida -- La vida de los Apóstoles, las enseñanzas de Pablo y de Juan y la palabra del Paráclito no están a favor de la orden de huir -- Tras responder a un argumento tomado de la sabiduría mundana, prueba la incoherencia del miedo y la inutilidad de la fuga; concluye exaltando el ejemplo de quien permanece en su sitio -- Se denuncia la huida del clero durante la persecución y se condena el echo recurriendo a múltiples textos bíblicos -- Tampoco se debe esquivar la persecución, ni siquiera mediante el pago de un rescate -- Se rechaza la interpretación que hacen de varios textos evangélicos los que defienden el pago de un rescate y se denuncia la generalización de esta práctica -- Responde a la última cuestión de su amigo Favio: cómo celebrar la eucaristía dominical durante la persecución; termina con una exhortación y una apelación al Paráclito.
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