Nota de contenido:
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LA VICTORIA DE SI MISMO: 1. De los motivos que inducen al hombre a luchar contra las pasiones para alcanzar la victoria sobre ellas; 2. De la victoria de si mismo en general; 3. Del vicio de la gula; 4. De la lujuria; 5. De los remedios contra la lujuria; 6. De la ira; 7. De los remedios contra la ira; 8. De la acidia; 9. De los remedios contra la acidia; 10. De la pereza; 11. De los remedios contra la pereza; 12. De la avaricia; 13. De los remedios contra la avaricia; 14. De la soberbia; 15. De los remedios contra la soberbia; 16. De la envidia; 17. De la victoria universal de todos los vicios; Ultimo. Del remedio universal de todo vicio. -- TRATADO DEL AMOR DE DIOS: Libro I. De los beneficios de naturaleza y de gracia con que Dios ha manifestado su amor a los hombres; Libro II. Del amor que los hombres deben a Dios; Libro III. Del amor del prójimo. -- DIALOGO SOBRE LA NECESIDAD DE LA ORACION VOCAL: Parte I. En la que se deploran los pecados de los hombres carnales y mundanos y el descuido de ciertos devotos por las ceremonias y la negligencia de algunos religiosos por la oración; Parte II. Se replica a las excusas de los devotos por su negligencia acerca de las obras corporales; se disculpa a los religiosos celosos de las observancias, los cuales, obligados por la caridad o la obediencia, tienen que dejar a veces la oración, y se hace ver que las prácticas del culto ayudan al espíritu y que aun los perfectos no deben prescindir de ellas; Parte III. Lo fundamental en la oración, sea mental o vocal, es la intención y el espíritu con que se hace. En ella no se ha de buscar sólo el consuelo propio, sino también la alabanza de Dios, el mérito, satisfacción y aumento de la caridad; Parte IV. Avisos para directores y dirigidos. La contemplación como término requiere larga preparación y no excluye afectos y cuidados humanos; Parte V. La perfección implica necesariamente el ejercicio de las virtudes y prácticas de penitencia, que son camino obligado para llegar a la contemplación; Parte VI. Tanto los fieles como los religiosos, están obligados a la guarda de las ceremonias, las cuales, practicadas con la intención que tuvo la Iglesia al instituirlas, son excelente medio para la adquisición de las virtudes. Su ejercicio en las condiciones debidas conduce también a la oración perfecta
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