Resumen :
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La cuestión de la forma no debe ser dada por sentada en arquitectura. Durante gran parte de su historia moderna, de las vanguardias a la Posguerra, los arquitectos dejaron de lado no ya la figuración, sino todo tipo de mímesis, excepto por la representación de cierto ideal estético abstracto objetivo. La forma constituyó una cualidad sin rango, derivada de lo que el concepto “función” significara: la lucha por la supervivencia de la especie, la organicidad de un sistema de vísceras, el movimiento eficaz y letánico de una máquina (Behne, 1923; De Fusco, 1967). Desde tal perspectiva, la emoción provenía de la coincidencia entre el aspecto de la cosa y su estricto cometido: morar, trabajar, aprender, conducirse (Groys, 2014). El drama que el final de la Segunda Guerra desnudó, forzó la reintroducción del debate por la forma arquitectónica, más allá de la limitada ficción modernista, desapasionada y racional. Cuando la función dejó de ser el patrón unitario contra el que comparar a los edificios modernos, críticos e historiadores debieron disponer de nuevos espejos: monumentalidad, el proceso de producción, el usuario, la ciudad, la forma, el genius loci, la Historia, la tradición o la cultura, traicionando tradiciones. La tradición moderna, al reintroducir los parámetros plásticos y formales de ciclos previos y la tradición clasicista, al dejar de lado su particular figuración. La pregunta de este escrito será por la finalidad en arquitectura, aquella vez que la función de la función dejó de ser la forma de la forma. Esa cuestión se intenta responder aquí, en torno del concurso para el proyecto de la sede definitiva de la Biblioteca Nacional en Buenos Aires de 1962, considerado como el regreso de la discusión sobre el monumento, en la Argentina del Desarrollismo. El primer capítulo aquí, referirá a la progresiva transformación del concepto de función en finalidad. Un segundo capítulo, referirá a la imagen como finalidad, es decir, como valoración no exclusivamente práctica, que vincula el proyecto mediante formas, al encargo y al programa. Finalmente, se verificará la formulación de imágenes arquitectónicas como catalizadoras de emociones propiciadas, que responden al concepto de finalidad, en el caso de arquitectura pública, tal como ha querido ser presentada en torno del concurso mencionado. A la arquitectura de la Biblioteca Nacional, como a la arquitectura que se producía en 1950 y 1960, se la llamó también “sistémica”, una metáfora tan orgánica como mecánica y solo después de la clasificación de Reyner Banham, “nuevo-brutalista” (Banham, 1955). A un rasgo de una organización eficiente y provechosa se le superpuso por la forma, un rasgo de carácter manifiesto, redundante y dramático por el arrojo que presupone, e ineludible. Este artículo es en una comprobación bibliográfica ex post. Fue pertinente reconstruir la finalidad de la Biblioteca como se desprende, no solo de las bases del Concurso de anteproyectos, sino de la memoria de los autores del proyecto, del dictamen de los jurados y de la presentación al público del proyecto premiado. No debe esperarse aquí una descripción arquitectónica o proyectual del edificio de la Biblioteca, sino la enumeración de los rasgos arquitectónicos que orientan en la comprensión del concepto de finalidad en arquitectura pública, manifestada como interpretación de las expectativas de los promotores y dirigentes sobre el edificio, por encima de las consideraciones técnicas y funcionales, reinaugurando la dimensión figurativa de la arquitectura de la ciudad.
Image is an issue that should not be taken for granted in architecture. For much of their modern history, from the Avant-Garde to the Postwar period, architects left aside not ot only artistic figuration, but any kinds of mimesis, except for the representation of a certain objective abstract aesthetic ideal. Form constituted a quality without rank, derived from whatever the concept “function” might mean: the struggle for the survival of the species, the organicity of a system of viscera, the efficient and lthanic movement of a machine (Behne, 1923; De Fusco, 1967). From such point of view, the emotional aspect of the work of architecture derived from the coincidence between the appearance of the thing and its strict purpose: dwelling, work, learning (Groys, 2014). The drama that the end of the Second World War undressed, forced the reintroduction of the debate over the architectural form, beyond the limited modernist fiction, dispassionate and rational. When function ceased to be the unitary pattern against which to compare modern buildings, critics and historians had to have new mirrors: monumentality, the production process, the user, the city, the form, the genius loci, History or culture, betraying two traditions. The modern tradition, by reintroducing the plastic and formal parameters of previous critical and productive cycles, and the classicist tradition, by leaving aside again its particular figuration. The question of this writing will be about the purpose in architecture, that time that the function of the function ceased to be the form of the form. This question is attempted to be answered here, around the contest for the project of the National Library in Buenos Aires in 1962, considered as a chance of reintroduction of the debate around monumentality in Argentina duribg the Developmentalism Cycle (1957-1972). The first chapter will refer to the progressive transformation of the concept of “Function” to the one of “Purpose”. A second chapter will refer to the “Form” as a “, that is tosay, as a not exclusively practical assessment, which links the project through forms, to organization and to the program. Finally, the formulation of architectural images will be verified as catalysts of propitiated emotions, which respond to the concept of purpose, in the case of public architecture, as it has wanted to be presented around the aforementioned contest. The architecture of the National Library, like the architecture produced in 1950 and 1960, was also called “systemic”, a metaphor as organic as it was mechanical and only after Reyner Banham’s classification, “new-brutalist” (Banham, 1955). A feature of an efficient and profitable organization was superimposed by the form, a trait of character that is manifest, redundant and dramatic because of the courage it presupposes, and inescapable. This article is in an ex post bibliographic check. It was pertinent to reconstruct the purpose of the Nationa Library as it can be deduced, not only from the bases of the Contest, but also from the memory of the authors of the project, the Jury’s reports and the display of the winning project to the public. An architectural or project description of the Library building should not be expected here, but rather the enumeration of the architectural features that guide the understanding of the concept of “Purpose” in public architecture, manifested as an interpretation of the expectations of the promoters and officers about the building, above technical and functional considerations, which reopened the figurative dimension of the city’s architecture.
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